la merienda - Luna Creciente


Olga de Diego

Te despiertas acalorado de la siesta y, desnudo como estas, te diriges al baño, abres el grifo y pones el agua tibia, casi fría. El contacto con tu propio cuerpo eriza tu piel, pero es muy agradable. Sin secarte apenas, descalzo, te acercas lentamente a mi cama, el pelo aún mojado deja caer gotas de agua por tu espalda. El ruido del agua de la ducha me ha despertado, pero sigo adormecida. Apoyas las manos en la cama y mueves  ligeramente la cabeza, gotitas de agua mojan mis pechos, y anuncias: “Aquí está la merienda...”

Te he visto llegar de la ducha entre sueños y al mojarme instintivamente me he dado la vuelta. Las gotas - despertador  ahora caían entre mis omoplatos y bajaban por mi espalda siguiendo el camino de la columna vertebral hasta llegar al coxis, dónde  se repartían por mis nalgas provocándome escalofríos. Las sensaciones se multiplicaron cuando tu lengua caliente se paseó haciendo el mismo recorrido que las gotas del agua. Apoyaste los antebrazos a los lados de mi cuerpo y subías y bajabas con tu frio y tu calor despertando mis sentidos. Juntaste mis piernas entrando en mí despacio. Jugamos a nuestro juego favorito  y la hora de la merienda paso volando

Luna Creciente (Para el erotismo siempre hay tiempo)

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