Para los
progresistas -cuyos principios rectores son la empatía hacia los demás y la
responsabilidad hacia uno mismo y los demás- los mercados tienen que servir
para que la gente sea libre: libre de la necesidad, libre del daño, libre del
miedo y libre para satisfacer sus necesidades y hacer realidad sus sueños. En
resumen, el papel de los mercados es servir al bien común, permitir que quien
trabaja gane un salario digno; ayudar a alcanzar la libertad de la necesidad,
del daño, de la ignorancia, de la intolerancia y del miedo; preservar el mundo
natural y servir a la democracia.
Los
progresistas se centran en aquellos aspectos en los que los mercados se alejan
de la idealización, allí donde los mercados no logran cumplir las expectativas
y hace necesaria la intervención del gobierno. Teniendo en cuenta los objetivos
que atribuyen al mercado, los progresistas son muy conscientes de los fallos y
excesos reales o potenciales del mismo y consideran que el gobierno debe
intervenir para que los mercados funcionen y sirvan al bien común.
George LAKOFF |
Todo aquello
que los conservadores radicales ven como una interferencia nociva del gobierno,
los progresistas lo consideran como un apoyo absolutamente necesario para que
el marcado alcance sus objetivos:
• La
regulación nos protege contra los productos nocivos y el fraude de las empresas
irresponsables o criminales.
• La
fiscalidad genera un patrimonio común con el que construir infraestructuras
comunes que todos necesitamos para hacer realidad nuestros sueños y satisfacer
nuestras necesidades. La fiscalidad progresista es justa: los que se benefician
más del patrimonio común tienen que pagar más para sostenerlo.
• Los
derechos de los trabajadores y de los sindicatos equilibran el poder de
negociación de los contratos colectivos y aseguran centros de trabajo seguros,
saludables y éticos.
• La acción
popular por responsabilidad social por responsabilidad civil es un recurso de
protección para disuadir a las impresas irresponsables que causan daños.
Como se ha
señalado antes, el principio del bien común es clave: el patrimonio común tiene
que destinarse a construir autovías, desarrollar Internet y el sistema de
satélites, proteger el sistema bancario, regular el mercado de valores y apoyar
el sistema judicial que garantiza el cumplimiento de los contratos. Ninguna
empresa podría existir sin el uso de los bienes comunes. Esta infraestructura
común es esencial para que los mercados existan y se desarrollen. Y los que se
benefician de los mercados tienen la obligación moral de mantener el patrimonio
común.
Los
progresistas consideran que los mercados sirven a un propósito moral (un
propósito moral progresista) Y tienen presente una verdad que la ideología
conservadora ignora: los mercados no pueden desarrollarse y servir al bien
común sin la intervención constructiva del gobierno. Esto es lo que los
conservadores ignoran cuando hablan de “mercado libre”.
George LAKOFF
(Fragmento de Puntos de Reflexión, Manual del Progresista. George LAKOFF (ed.); ed. española, Ed. Península, Barcelona, 2008; págs. 121–123 ed. original 2006. Trad. Judith Wells)
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