La asignatura pendiente de las facultades de
comunicación de España se llama Chicho Ibáñez Serrador. Los alumnos salen de la
Universidad sabiendo multitud de géneros, técnicas y lenguajes audiovisuales
pero, sin embargo, no exploran figuras prácticas que definen la esencia de las
narrativas de televisión, cine e incluso radio.
Uno de los ejemplos más claros se resume en Narciso
Ibáñez Serrador. Es fácil hablar con recién licenciados en Comunicación o
Periodismo que desconocen quién es la figura más importante de la televisión en
España. Algo falla si los estudiantes salen de la facultad sin conocer a la
persona que ejemplifica la televisión en su máxima expresión, con sus virtudes
y hasta con sus debilidades.
Porque estudiar a Chicho Ibáñez Serrador es aprender la
importancia de la mirada propia a la hora de contar historias. Con Chicho la
televisión aprendió del cine y el cine aprendió de la televisión. Serrador
incorporó elementos tradicionales del guion cinematográfico y teatral a todos
sus programas, ya fueran concursos de entretenimiento, como el Un, dos, tres o
El Semáforo, o divulgativos como Hablemos de Sexo.
Sus programas son una lección de narrativa,
planificación, guion y, no menos importante, dirección de actores: del
presentador, pasando por los figurantes o ballet y, sin olvidar, los artistas
invitados, como los cantantes.
Con Serrador hasta el cantante que iba sólo de mera
promoción sabía a qué cámara mirar y la actitud que debían tener. Porque Chicho
entendía lo crucial de definir bien los conceptos escénicos. No le bastaba un
playback con pie de micro, comprendía que la televisión era contar con
rotundidad una historia. En televisión y en su vida, porque él siempre ha sido
un gran narrador de historias.
De hecho, su forma de colocar las cámaras, los travellings y hasta los primeros planos contaban con un sello personal que no
se ha vuelto a repetir y que resume una de las armas de éxito de la televisión
de hoy y mañana: el ensayo y la buena planificación. Todo estaba milimetrado.
Porque de lo ensayado surge la mejor improvisación.
Aunque de Chicho también hay que aprender su habilidad
para descubrir nuevos talentos y tomar el pulso a su tiempo. En programas y en
ficción, ha retratado con astucia la situación del país. Aunque no lo
pareciera. Y aportando una interesante obsesión extra, pues Serrador siempre ha
intentado que su trabajo, además de entretener, despertara la curiosidad en el
espectador. Enseñara, aunque fuera un poquito, y hasta propiciara cierto
pensamiento crítico en una audiencia con inquietudes por descubrir. De hecho,
él mismo creó una magistral radiografía de la fascinación tóxica que despertaba
la pequeña pantalla con El Televisor. Una obra de arte.
Chicho es un adelantado a su tiempo. Un visionario. Él
inventaba la televisión. Experimentaba con sus engranajes. Y creaba estampas
sin fecha de caducidad. Ya el logotipo de Historias para no dormir era una
escalofriante (y reconocible) imagen de marca redonda: la puerta a contraluz
abriéndose, con su chirrido y con su grito seco final. Una carta de
presentación que había llegado para quedarse en la memoria colectiva.
Entonces no había demasiados medios, pero la falta de
presupuestos no era un obstáculo ni excusa. Desde los rudimentarios estudios de
TVE de la época, desde el corazón de un recién inaugurado Prado del Rey (no en
el Paseo de La Habana), Serrador evidenció su maestría para engarzar unas
tramas en Historias de la frivolidad o Historias para no dormir que funcionaban
a la perfección gracias a un ingenio al que no empalagaban las truculencias o
la censura.
Chicho es para algunos el Alfred Hitchcock español.
Pero, en realidad, es mucho más que un Hitchcock para nuestro país. Porque ha
sabido ir más allá del cine de género y ha incorporado sus técnicas a la
televisión, modernizando los contenidos televisivos y revolucionando el
entretenimiento. Sus programas son un puzzle de elementos para atrapar al
espectador: bases musicales que dirigían la percepción del público, personajes
pluscuamperfectos (con protagonistas, antagonistas, rupturistas y dinamizadores
del show…), giros dramáticos -antes de que se popularizara la expresión
cliffhanger- para que la audiencia aguantara la atención… Todo perfectamente coreografiado,
como si nada.
Y podía haber hecho mucho más. Pero TVE y los
productores no le dejaron. Porque la falta de riesgo no es nada nuevo en
nuestra televisión. Aunque ahí guarda sus guiones, que deberán ser estudiados y
tal vez alguno hasta rodado.
No ha existido nadie tan importante para la televisión
en España como Chicho Ibáñez Serrador. Ha llegado el momento de que también la
Universidad divulgue como merece el trasfondo de su trabajo con una visión
global del significado del entretenimiento que, paradójicamente, se está perdiendo
y que está empobreciendo la televisión de hoy y, lo que es peor, del mañana.
Borja Terán
Filmografía
Cine
- Obras maestras del terror (1960) (Guion).
- Todo el año es Navidad (1960) (Actor).
- La residencia (1969) (Director).
- ¿Quién puede matar a un niño? (1976) (Director).
- Nadie Inquietó Más - Narciso Ibáñez Menta (2009) (Entrevistado).
Televisión
- Mañana puede ser verdad (1962).
- Estudio 3 (1963).
- Historias para no dormir (1967-1969 y 1982).
- Historia de la frivolidad (1968).
- Un, dos, tres... responda otra vez (1972-1973, 1976-1978, 1982-1988, 1991-1994, 2004).
- El televisor (1974).
- Waku Waku (1989).
- Hablemos de sexo (1990).
- Luz roja (1994).
- El semáforo (1995-1997).
- Jimanji Kanana (2003).
- Un, dos, tres... a leer esta vez (2004).
- La Culpa (2006).
- Memoria de elefante (2007).
Fuentes:
http://blogs.lainformacion.com/telediaria/2017/04/13/chicho-ibanez-serrador-la-asignatura-pendiente-de-las-universidades-espanolas/
http://www.falsodirecto.com/2015/08/borja-teran-fotos/
https://youtu.be/IMCRZuzguSk
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