Arrodillado en la cuneta,
Márquez tomo foco en la nariz del cadáver antes de abrir a plano general. Tenía
el ojo derecho pegado al visor de la Betacam, y el Izquierdo entornado, entre
las espirales del humo del cigarrillo que conservaba a un lado de la boca, Siempre
que podía, Márquez tomaba foco en cosas quietas
antes de hacer un plano, y aquel muerto estaba perfectamente quieto. En
realidad no hay nada tan quieto como los muertos. Cuando tenía que hacerle un
plano a uno, Márquez siempre accionaba el zoom para enfocar a partir de la
nariz. Era una costumbre como otra cualquiera, igual que las maquilladoras de estudio
empiezan siempre por la misma ceja. En Torrespaña eran famosas las tomas de
foco de Márquez; los montadores de video, que suelen ser callados y cínicos
como putas viejas, se las mostraban unos a otros al editar en las cabinas. No
te pierdas ésta, etcétera. Junto a ellos, los redactores becarios palidecían en
silencio. No siempre los muertos tenían nariz.
Arturo Pérez-Reverte
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