La
lluvia
como
una lengua de prensiles musgos
parece
recorrerme, buscarme la cerviz, bajar,
lamer
el eje vertical,
contar
el número de vértebras que me separan
de
tu cuerpo ausente.
Busco
ahora despacio con mi lengua
la
demorada huella de tu lengua
hundida
en mis salivas.
Bebo,
te bebo
en
las mansiones líquidas
del
paladar
y en
la humedad radiante de tus ingles,
mientras
tu propia lengua me recorre
y
baja,
retráctil
y prensil, como la lengua
oscura
de la lluvia.
La
raíz del temblor llena tu boca,
tiembla,
se vierte en ti
y
canta germinal en tu garganta.
José Ángel Valente
Comentarios
Publicar un comentario
Gracias por tus comentarios. En breve serán publicados