La camisa - Luna creciente






Se trataba de un encuentro...una cita a ciegas, habíamos chateado tanto y hasta un nivel tan caliente, que decidimos organizar una noche en un hotel, aprovechando tu visita a la ciudad, por motivos de trabajo. Nos esperamos en el bar de enfrente. Apareciste con aspecto desmejorado, cansado del viaje y con barba, sin afeitar. De todas maneras me pareciste atractivo, un feo atractivo, diría yo. Me encantó tomar ese café a tu lado, escuchándote hablar con esa voz tan sensual y masculina.
Decidimos subir al apartamento y, en el ascensor no pude reprimir un beso en los labios furtivo, que más que gustarte, creo que te desorientó. Tenías muchas ganas de ducharte y ponerte cómodo. Así que me dejaste en el sofá bien acomodada, con tu playlist de "musica para follar".

Fue una tarde de sexo del bueno, había muchas ganas y muchas tablas sobre todo por tu parte. Pero lo que nunca olvidaré, forma parte de mis momentos más eróticos, fue cuando llegaste de la ducha, con tu jeans y tu camisa blanca, el pelo aún húmedo y un delicioso perfume en tu cuerpo. Te sentaste en el brazo del sofá y me abrazaste, mientras yo no podía parar de tocarte, y mis dedos se volvían locos por desabrochar los botones de tu camisa y tocar tu pecho. A continuación...


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