23 de abril. Sant Jordi


El 23 de abril se celebra en Catalunya, la festividad de Sant Jordi. la costumbre obliga que las parejas se intercambien regalos: los hombres reciben un libro y las mujeres una rosa. Así, Barcelona se convierte durante esta jornada en una enorme librería-floristería al aire libre. Las calles se llenan de gente que pasea entre puestos de libros y rosas, buscando su obsequio no sólo para la persona amada, también para la familia o los amigos. Por toda la ciudad podrá encontrar tenderetes con las últimas novedades editoriales, ver a autores consagrados firmando ejemplares y, por supuesto, oler el aroma de las rosas.

El origen de esta curiosa fiesta es una mezcla de tradiciones de distintas épocas. Coincide, por un lado, el hecho de que Sant Jordi sea desde el siglo XV el patrón de Cataluña; por otro, la famosa leyenda de San Jorge y el dragón; y, además, la antigua costumbre medieval de visitar la capilla de Sant Jordi del Palacio de la Generalitat, en donde se solía realizar una feria de rosas o “de los enamorados”. Por esta razón, Sant Jordi también es conocido como el patrón de los enamorados en Cataluña

La Fiesta de Sant Jordi conmemora la muerte de este santo, el 23 de abril del año 303. Es un día que en Cataluña, se celebra el día de los enamorados, siendo la costumbre tradicional (desde el siglo XV) regalar una rosa roja «como la sangre» a la amada. A inicios del siglo XX la costumbre se populariza y a finales del primer tercio de este siglo se añade la costumbre de regalar un libro al chico, con motivo del día del libro.

La villa de Montblanc, según el "Costumari Català" del folklorista Joan Amades, fue el lugar de Cataluña donde San Jordi mató el dragón y salvó la princesa.

Se propuso convertir esta fecha en fiesta de precepto por primera vez en 1436, cuando se formuló la propuesta a las Cortes catalanas. La propuesta se haría efectiva en 1456. 
 

 A pesar de ser tradicional, la popularización del hecho de regalar rosas se restableció activamente en 1914, gracias al impulso de la "Mancomunitat".
A partir del siglo XX se celebró la otra fiesta que hoy en día se asocia con el patrón de Cataluña, el Día del Libro

En 1929, en plena Exposición Internacional de Barcelona, los libreros salieron a la calle y la iniciativa tuvo mucho éxito, el 23 de abril, una fecha primaveral y que, además, coincidía con el entierro de Miguel de Cervantes y de la muerto dramaturgo William Shakespeare, en 1616. Además, Josep Pla, en 1981, también moriría en la misma fecha. La fiesta desde  principio contribuyó decisivamente a dar un fuerte impulso a la producción y comercialización del libro en catalán y no se paró ni siquiera durante la guerra civil española.

El 15 de noviembre de 1995, la Conferencia General de la UNESCO decretó el 23 de abril como Día Internacional del Libro y del Derecho de Autor. Este día, los lectores aprovechan para intercambiar impresiones de lectura a pie de calle con sus escritores predilectos y estos para firmarlos la última novedad editorial. Los últimos años, este ritual de la fiesta del libro ha ganado un fuerte componente mediático, tanto por los autores como por el interés de la fiesta, que confirma la incidencia y el éxito más allá de las fronteras catalanas.

El día de Sant Jordi ha sido declarado Fiesta Nacional de Cataluña por la Generalitat, pero este día no es fiesta laboral: es laborable y lectivo para los estudiantes. Por Sant Jordi, se hacen recepciones oficiales al Palau de laGeneralitat de Cataluña y en el mundo educativo, donde se realizan Juegos Florales.

Fuentes:

Comentarios

  1. Espero que puedas regalar tu rosa toda Mujer la necesita ,ella es a si de sensible. Un saludo .

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    1. Rosas y libros se regalan en uno de los días mas mágicos que tenemos por aquí.

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    2. Yo regalo dos .dos cielos en mi aposento.saludos

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  2. Josep Pla
    (1897-1981)
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    VIAJE EN AUTOBÚS

    Una misteriosa señorita vestida de negro se sienta junto a mí en el tranvía. El único color que lleva encima es el de los lomos de tres libros que asoman de su bandolera, también negra. Curiosamente, me ocurre lo mismo: llevo tres libros. Tres pequeños libros de bolsillo. Yo, en la mano. ¡Qué casualidad! Empiezo a hacer suposiciones. Simultáneamente me pregunto por qué no soy más directo y le pregunto lo que quiero saber. Lo hago. La señorita está haciendo el Servicio Social. Tiene a su cuidado una pequeña tropa de chavales de Torrero para la que ha elegido tres libros, de su casa, para hacer dictados. Ella desciende en la parada del Puente del Canal. Yo sigo hasta el cementerio.
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