El Mediterráneo - Emma Fondevila


El Mediterráneo
se llega con suave placidez de amante
Lame la playa con blandura
y deposita su ofrenda de conchas
sobre la entregada orilla
Llega en oleadas insinuantes de curvas paralelas
que borran de la arena la reciente visita de tus pies.
Una imagen que evoca el paraíso
no faltan palmeras
ni vuelo de gaviotas surcando el añil de la mañana.
Pero algo arrastra hoy el mar:
negrura y viscosidad de sangre
oquedad de grito y de zozobra
que suben desde el fondo
espantando a los turistas codiciados.
¿Quién quiere bañarse en sangre de naufragio?
No hay oído que resista los gritos enquistados en las caracolas.
Nadie quiere comer pescado que traiga en sus entrañas
una carga de muerte.
Se morirá de hambre el pescador
y emigrará el turismo tierra adentro
refugiándose en ciudades encerradas
tras las alambradas espinosas
que aíslan de la sangre y la miseria.
¡Ay poetas marineros!
El mar no es ya nuestro refugio.
El verso se nos ha enturbiado
y una dureza de acero ha puesto coto
a nuestras aspiraciones cristalinas.

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