Jamboree
La muchacha era negra y cantaba una experiencia agridulce, metálica de micrófono, metálico el hielo usado en la penumbra del vaso opaco gin y manos espontáneas abofeteándose en la bromúrica África europea del sábado Baudelaire estaba detrás del frenesí de las caderas cadenciosas de muchachas emancipadas abiertas al sol nocturno del saxo
y nadie
intentaba decir a los de la Navy: yankee
go home, porque los yanquis –tal vez
exiliados de algún Harlem blanco– escalaban
el estrado en un salto de tragamillas
o de puntero de rugby en el partido cumbre
para recuperar el jazz y amable
en el piano de aquel pianista poeta
sabio como un soltero sin compromisos
lícitos
y batíamos palmas si la muchacha
negra nos cantaba Remember When, ya tarde,
hacia las tres de la mañana, cuando
en la plaza del exterior, con estatua,
vomitaba algún padre de familia
y
abajo
–en Jamboree– la triste risa negra de Gloria
nocturna como su piel y su voz de Ella
Fitzgerald tímida, nos hacía inteligentes
de libros y cubalibres, comprobando
que
tampoco había sido aquél el octavo,
el tan esperado octavo día de la semana
Manuel Vázquez Montalbán
Una educación sentimental (1967)
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