1.
Las filas de nubes, trenzadas sobre el cobertizo y las líneas telefónicas,
Se desenredan
Y caen talladas, lentamente, mientras avanza la noche.
Dispone de su propio tiempo para trenzarse
Y romperse, precisa y transformada,
Mientras el clima perdido en una tormenta eléctrica
Prendió en fuego el granero.
Tardó horas en derrumbarse y el techo colgaba de los pilares.
Fue un final confuso.
Se quemó y soltó humo durante toda la tarde
Y la estructura de piedra se quedó absolutamente erguida-
Como los padres de aquél imbécil, asombrados
Por la ingenuidad que mostraba ante su propia destrucción.
2.
La pena es tan muda
Como aquél niño que vagaba por el pastizal
Y se adentró en el bosque, se acostó y encontró sumideros
Donde sentarse con los pantalones mojados dos veces,
Pálido como Jesús en la cruz
Con pestañas blancas
Y ojos rojos y un sexo monstruoso
Que arrastraba en pañales.
No podían dejarlo en ningún sitio,
Entraba y salía del granero
Con un palo para pegar a las gallinas, y los dientes
Tan bellos, como en la tele,
Enamorado de velas y fogatas. Dios mío,
Ese niño repugnante corría hacia la luz.
3.
Los padres no dijeron nada pero se quedaron,
Separadas historias de un pecado vulgar, cerca del edificio ardiente,
Con su responsabilidad mermada,
Mientras dieron las diez
Y alquien agarró al niño chamuscado, a ambos niños
En una manta, envuelto y bautizado generosamente una vez,
De bata larga y blanca con el encaje de la hermana.
Más tarde, el espacio se volvió solemne, una hoguera
En el jardín de atrás, familiar y extraño como el viejo granero,
Rústico y desangelado,
Como el deseo vivo en ese cuerpo inactivo e hinchado.
A veces la niña de los Lunestad juega allí.
Ella mecía una piedra pequeña, tiznada, como si fuera una muñeca,
Hasta aburrirse y dejarla caer.
Siri Hustvedt
Reading to you
traducción por Julia Piera y Chiara Merino.
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