MARTHA ASUNCIÓN ALONSO

Nació

con una oposición bajo el brazo
y largo pelo.
De camino a la clínica,
dilatando en un taxi, a su madre
se le antojó un banana split.
El Papa estaba nuevo en esa época.
Los cronistas lo saben porque andaba. Y yo me lo imagino
vistiendo un par de levis bajo las sacras faldas.
Aquel año dio comienzo en miércoles. Descubrimos diez
satélites danzando en torno a Urano. Bélgica
ganó en Eurovisión.
A lo que voy:
llegó con largo pelo, demasiada vergüenza
y el equilibrio justo para un bípedo.
Aprendió a repirar sin ruedines al cumplir veintimuchos.
Le crecían preguntas sin regarla.
Fue a la universidad por no volver al médico.
Viajó. Se drogó poco. Una vez tuvo
que defender su casa a paraguazos. Se enamoró muy mal,
peor y por fin bien.
Mantiene
todavía una estrecha correspondencia con el monstruo
del Lago Ness y el Duende del Armario.
Vive y se acabará con el trastorno
de la fe. Para que se la entienda: rebusca
poesía.

MARTHA ASUNCIÓN ALONSO

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