Te
busqué por la duda:
no
te encontraba nunca.
Me
fui a tu encuentro
por
el dolor.
Tú
no venías por allí.
Me
metí en lo más hondo
por
ver si, al fin, estabas.
Por
la angustia,
desgarradora,
hiriéndome.
Tú
no surgías nunca de la herida.
Y
nadie me hizo señas
Pedro
Salinas.
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